Cómo definir nuestro propósito social en el nuevo escenario

Las nuevas circunstancias reclaman nuevos planteamientos profesionales. No es una opción, es una realidad. Aceptemos y abrámonos a esta realidad para poder aprender de ella y ser las personas y los profesionales que estamos llamados a ser. En este post, hablamos de cómo definir nuestro propósito social en el nuevo escenario. Es la continuación del post anterior, en el que hablábamos del profundo cambio que estamos viviendo.

¿Y para qué definir nuestro propósito social? Para construir un nuevo modelo de sociedad y de economía más justa y más coherente. Solo desde ahí podremos dar respuesta a las imperiosas necesidades con las que nos vamos a encontrar.

Este es un modelo de trabajo para descubrir tu propósito social basado en el coaching generativo, una disciplina impulsada por dos coaches americanos de reconocimiento internacional, Robert Dilts y Stephen Gilligan.

Antes de meternos en harina, unas claves:

  • Deja tu cabeza en paz. No es un ejercicio para la mente racional, que tan a menudo nos engaña porque está sujeta a juicios, opiniones, experiencias pasadas… Hazte las preguntas y deja que vengan las respuestas, no las busques tú, no las selecciones. Confía en que llegarán. Cuando te des cuenta de que te viene una opinión, un juicio, que has buscado la respuesta a las preguntas mentalmente… para y respira. Vuelve al cuerpo, ese gran pozo de sabiduría ignorada. Tu cabeza funciona muy bien para otras cosas, pero en esto no te va a ayudar.

  • Respeta tus tiempos. Si no te viene una respuesta, deja que la pregunta resuene dentro de ti y repítetela. Tu mente racional puede estar bloqueándola, porque no le interesa conocerla. Puede que tenga miedo, por ejemplo. La respuesta aparece de forma natural cuando estamos relajados. Trátate con amabilidad.
  • No busques respuestas concretas. No pretendas definir tu propósito con exactitud en este ejercicio, porque vuelve a ser consecuencia de tu mente racional, no es más que una proyección mental de lo que creemos adecuado y no responde a nuestro yo interior. La mente ya le dará forma más adelante, ya soñará, planificará y organizará. Ahora no es su momento. Esta es la fase inicial.

Primer paso: ¿Qué te apasiona hacer?

¿Qué te hace sentir bien? ¿Qué adoras hacer? Deja que la respuesta se exprese de forma simple: quizás unas palabras, una imagen mental, un movimiento de tus manos indicando algo…

Si son palabras, que no sean más de cinco. Pueden ser palabras sueltas o una mini frase. Evita que tu mente se embrolle en respuestas racionales. Normalmente, son cosas sencillas: hablar, sentir, comunicar, divertirme, bailar, jugar, soñar, pintar, construir, volar.. Apúntalas.

Si es una imagen mental, ¿eres tú haciendo algo? ¿es una imagen más simbólica? En cualquier caso, la imagen es válida. Nuestro cerebro es muy rápido trayendo imágenes. Si te fijas, te darás cuenta de cuántas pueden aparecer en tu cabeza en tan solo unos instantes.

Observa qué sucede cuando piensas en lo que te gusta hacer. ¿Se mueven tus manos en algún gesto o tu cuerpo? Si es así, déjalas expresarse. Repite después ese movimiento varias veces y date cuenta de cómo te sientes cuando lo haces. Nuestros movimientos nos dan muchas pistas y nos activan.

Si surgen las tres cosas, palabras, imagen y movimiento, genial. Si no, no pasa nada, pero sobre todo no renuncies al movimiento. A veces estamos tan bloqueados que no dejamos que el cuerpo se exprese, pero si confiamos, el movimiento surge. A menudo sucede de forma inconsciente, así que conviértete en un fino observador. Otras veces, aparece directamente cuando estamos pronunciando las palabras. ¿Cómo mueves las manos en ese preciso momento?

Si no te viene la respuesta a la pregunta de qué te apasiona hacer, no pasa nada. Deja que la pregunta resuene en tu interior. Formúlatela con paciencia, confiando en que la respuesta te sorprenderá en algún momento. A veces, nuestra mente racional nos frena y no deja que esa respuesta se muestre a la primera de cambio. Eso no quiere decir que no esté. De hecho, siempre está.

Si compruebas que lo que te apasiona hacer no coincide en absoluto con tu realidad profesional, no te desesperes. Repite a lo largo de unos días esas palabras, esa imagen interna y/o ese movimiento que ha surgido. Si continúas haciéndolo, de un modo inconsciente y natural, una nueva idea empezará a emerger.

Segundo paso: ¿Qué quieres crear en el mundo con lo que te apasiona hacer?

Hazte la pregunta. De nuevo, no busques respuestas concretas. A veces la fastidiamos en este punto porque pensamos que tenemos que tener ya la respuesta para todo. Error. Sé paciente. Deja que aparezcan nuevamente palabras, quizás una imagen y un movimiento corporal. Se pueden dar respuestas como: conectar personas; aprender, disfrutar y enseñar a los demás; descubrir, conectar ideas y construir… Son algunos ejemplos.

Quizás lo del movimiento te siga resultando un poco extraño, pero es fruto de lo que llamamos mente somática y se trabaja en el coaching generativo. Puedes investigar sobre ello. Funciona.

Al hacerte esta pregunta estás conectando algo muy importante, tu pasión y tu intención (tu propósito). Repite tus palabras mágicas, imágenes y movimientos de ambas, pasión e intención. Hazlo todo seguido, con una continuidad. Es importante que lo hagas con lentitud para ser más consciente y darle tiempo al cuerpo para integrar esa información.

Tercer paso: Conecta con tus recursos

Muy importante. Deja que aparezcan los recursos que necesitas para llevar tu pasión al mundo. Observa que decimos «deja que…», no decimos «busca…» La mente racional es al que busca y… ¿recuerdas? en este trabajo la dejamos tranquila, descansando.

Así, deja que aparezcan las personas, símbolos, aprendizajes y todo aquello que te puede ayudar a hacer realidad tu intenciónA veces nos viene la imagen de seres queridos o de maestros, libros, capacidades que tenemos… Deja que emerja también un movimiento cuando conectas con tus recursos. Viene aquello en lo que confiamos en lo más profundo de nuestro ser y eso es justo lo que necesitamos. Y recuerda, no dejes que tu mente elija tus recursos. Ella cree saber lo que necesitas, pero no es así. Puede manifestarse como recurso alguien o algo que te sorprenda y eso suele ser emocionante.

A lo largo de varios días, conecta esas palabras, imágenes, movimientos… Repítelas lentamente, de forma consciente, varias veces. Si surge un nuevo movimiento, una nueva palabra o imagen, intégralos. Las variaciones son naturales. Cada día nuestro estado es diferente. Observa cómo te sientes cuando conectas con tu pasión, tu intención y tus recursos. Si haces el ejercicio a conciencia y lo repites, empezarás a sentirte muy bien, porque esa es tu verdad personal.

De los obstáculos ya hablaremos otro día. Por hoy, conectar con nuestro propósito es ya una inmensa tarea. Quizás la más importante que podemos hacer en este tiempo.

 

 

Autor​

Autor​

Livia Álvarez

Comparte este artículo en Redes

LinkedIn
Facebook
Twitter
WhatsApp
Telegram

Comparte en Redes

Entérate de todo

Suscríbete a nuestro boletín mensual

Próximos eventos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *